Vi algo sucio en la leñera.

Quédense con esta frase que les amartillará durante y después de la lectura de La hija de Robert Poste. Mucho tiempo ha pasado hasta que mi momento con Flora ha tenido lugar. Sabía que era buena, confiaba en su crítica y en el criterio de los recomendadores muy allegados a ella, por cierto. Sus numerosas ediciones presagiaban el buen rato con Stella Gibbons, pero las expectativas a veces se cumplen y acertamos. Empecemos por el más que nunca bien empleado «humor inglés». La autora hace un alarde de éste resaltando los pasajes de excelente literatura con asteriscos para que a los críticos no les pase desapercibido. Es sabido que el guiño irónico al engreísmo del momento (y de algún autor en concreto) en el mundo literario queda desenmascarado en esta novela ácida e ingeniosa de principios del siglo XX, donde el esnobismo y el clasismo inglés literario gozaba de su mayor esplendor. Stella Gibbons con La hija de Robert Poste se carga de un plumazo la pompa en las letras haciéndola parecer ridícula e innesaria, dotándola de un humor bastante oscuro que los lectores contemplamos desde la distancia y el ingenio. Les garantizo que el momento asterisco predispone al acomodo en el sillón disfrutando de antemano por lo que viene.

La novela estrella de Gibbons cuenta la historia de Flora Poste, una joven de diecinueve años que tras quedar huérfana decide hacer una criba de familiares y así decidir con quién marcharse. Nos os imaginéis a la pobre huerfanita desamparada que no tiene a dónde ir, el objetivo es no trabajar, no buscarse la vida, ser mantenida por el pariente con mejores condiciones a su causa. De este modo marcha con los Starkadder a pleno corazón de Inglaterra donde se encuentra la granja Cold Confort Farm. Allí, alejada de su habitual educación y rutina se encuentra con todo un abanico de personajes absurdos y excéntricos que irán pasando sistemáticamente por las manos de Flora. La recién llegada decide encomendarse a una misión en su nuevo hogar.

Cuando se habla de La hija de Robert Poste como una novela divertidísima no debe confundirse con un estruendo de risas y capítulos desternillantes. En esta novela podría haberse acuñado por primera vez el término «humor inglés», la sonrisa de medio lado, cínica y socarrona. Inteligente sin duda, muy inglesa por supuesto. He disfrutado sin parar durante la trama orquestada de la novela y quizás el final se me ha quedado corto e impreciso si lo comparo con el nivel del resto de la novela. Merecía un desenlace mucho más apoteósico. Quizás hasta el cinismo tiene que tener una dosis controlada.

Entiendo la buena acogida de esta novela y que siga sacando las mejores críticas de los lectores, la edición maravillosa de Impedimenta y el excelente trabajo de su traductor José C. Vales (autor que os recomiendo también) completa un libro que desde 2.010 se hace imprescindible en cualquier biblioteca que se precie. He tardado en adentrarme en esta novela y desde luego me he equivocado por ello. La segunda parte no se hará tanto de rogar.