Los libros más interesantes tienden a ser los más deprimentes. Quizá porque sean los que hablen sobre las cosas que verdaderamente importan. Y aunque uno tiene la mala costumbre de intentar leer sobre los asuntos más fascinantes hay veces que, ante la saturación de temas densos, duros, complejos, espinosos y tristes, es necesario descansar la mente y el espíritu con algún divertimento. Ya se sabe que con el cine y las series de televisión sucede exactamente lo mismo. De hecho, una parte importante de la literatura y el cine son pura evasión.

Cuando leí la sinopsis de Vuelve de Samuel Benchetrit no sentí demasiado interés en leerlo. De hecho, la historia me provocó un cierto escepticismo. La vida de un escritor en plena crisis creativa, sumada lógicamente a una crisis económica que viene acompañada de su correspondiente crisis personal, resulta un cliché demasiado manido para que quisiera leer más sobre el tema. Quizá porque todos los que intentamos escribir algo de ficción terminamos hablando siempre de eso mismo. Sobre lo tremendamente difícil que es la literatura y lo desesperante que resulta el proceso creativo. No hablemos ya de intentar convertirla en tu medio de vida.

Lejos de tener ese aura de misticismo bohemio donde los autores pasan sus días sumergidos en una escritura que fluye constantemente y cuyas ideas les basta y sobra para ser felices y sentirse plenos, el mundo literario real está lleno de aspirantes a escritor y escritores consagrados que no saben qué hacer con sus vidas e intentan hacer todo lo posible por rehuir su obligación de ponerse a escribir. Después, el desastre que sean las vidas personales de cada autor y el caos que reine en ellas, diferirá mucho entre una persona y otra.

Pero también es cierto que venía de algunas lecturas algo densas que incluso tuve que dejar a la mitad agobiado por el tema que trataban. Así que terminé dando una oportunidad a esta novela sin poner demasiadas expectativas sobre ella. Y debo decir que, efectivamente, creo que Vuelve es una novela plagada de lugares comunes. En ella, un escritor vive una vida totalmente desordenada donde no sabe sobre qué escribir, agobiado por sus deudas con el fisco y que pasa los días fumando, bebiendo y viendo un concurso televisivo sobre novias que preparan sus bodas ideales y se despellejan vivas para lograr la luna de miel ideal a gastos pagados. Su ex mujer le odia y su hijo se ha marchado a viajar por el mundo. Entre tanto, un productor televisivo se pone en contacto con él para que le envíe su última novela con la intención de producir una serie basada en ella. Como al autor no le queda ninguna copia debe comprar su propio libro por Amazon pero nunca llega, lo cual le llevará a iniciar un desesperante periplo que terminará revolucionando toda su vida. Pero Vuelve, por otro lado, resulta tremendamente divertida.

Samuel Benchetrit, que también es cineasta, ha creado una historia muy bien estructurada y siento que su novela tiene algo de cinematográfico. Los capítulos, breves como escenas, escritos con una narrativa funcional que concede más importancia a lo que se dice que a cómo se dice. Una narrativa más de diálogos que de descripciones. Una lectura divertida, fresca, simpática, muy ágil y algo gamberra que no puede pararse de leer. Una historia que muchas veces adolece de un humor demasiado básico y en ocasiones tiene golpes de alta comedia.

Si he disfrutado de Vuelve es porque se trata de la clase de historia que siempre acaba bien, del protagonista desastroso a quien las cosas se le solucionan de carambola. En definitiva, una novela muy amable con la vida. De esas que se terminan con una sonrisa silenciosa y sintiéndote un poco más reconciliado con tus preocupaciones.

Sin ánimo de hacer una analogía que pueda sonar descalificativa, creo que Vuelve podría ser como una entretenida película de sobremesa. Sabes que ni son brillantes ni seguramente pretenden serlo pero te hace pasar un rato magnífico donde te olvidas de todo. Y muchas veces eso es lo que necesitamos. Tiempo para las lecturas densas siempre hay.