¿Cómo resistirnos a Lola Vendetta y su catana?. Es ver la nueva publicación de la ilustradora Raquel Riba y tirarnos de cabeza a ver qué nuevas escenas tricolor nos tiene preparadas. En esta ocasión con ¿Qué pacha mamá? vuelve Lola escenificando la relación más vital y auténtica que tendremos en toda la vida: la relación con nuestra madre. Ese amor-odio vacilante cual montaña rusa que sube y baja en función de la etapa en la que nos encontremos.

Lo primero de todo son los personajes, bien presentados, para que no nos perdamos entre tanto cinismo y miradas agotadas. Los que más me han gustado son Sellene Folliot, la madre de Lola y eje central del libro junto con ella, francesa y aficionada al vino que se marca consejos como: «Lola, ma chérie… En esta vida o se nace para ser feliz o para ser inteligente». Ahí es nada, una verdad como un templo. Después tenemos a Campeón, hermano de Lola cuya discapacidad no impide que ponga el punto más racional a las ilustraciones. Y por supuesto me ha encanto el Útero como personaje, vaya dibujo bien ilustrado, es que no podría imaginármelo de otra manera. Las chicas no sólo tenemos en común el útero, creo que también la manera de imaginárnoslo. A partir de esto y mucho más empezamos un recorrido visual muy feminista y teñido de rojo por todas las escenas posible e imposibles. El propio útero con vida propia es protagonista de todas las dilaciones que nuestra Lola Vendetta se hará desde que es un embrión asexuado burlándose de todo el que quiera mirarlo. Genial.

Podemos ir pasando muy despacio páginas ilustradas referentes a esta sociedad sexista que exige altas competencias a la mujer en todos los aspectos. El peso invisible que soportamos toma forma física gracias a una piedra enorme y a otros dibujos explícitos e incluso dolorosos. Mucho feminisimo, nada de tabúes ni tapujos, las cositas claras y las madres… en su sitio a poder ser.

El recorrido por el crecimiento de Lola y las distintas fases en la relación con su madre muestran como nos educan, esos mantras de autoprotección y sobreprotección sin desperdicios. La ambivalente adolescencia con la bomba de cambios físicos y emocionales que explota a través de la forma de relacionarnos, alcanzando el culmen cuando la madre que nos parió se cruza en nuestro tortuoso camino. Llenas de culpas, de proyecciones injustas y de aprendizajes a golpe de porrazos. En definitiva, dibujos tan agresivos como la propia adolescencia.

Por encima de todo me quedo con la ilustración «Sexo débil los cojones», donde aparecen tres mujeres con caras de pocos amigos. La primera con la menstruación, detrás otra embarazada y la última con el bebé recién parido en brazos. Es obvio que cada una de estas situaciones demuestra que la idealización de la maternidad que nos han inculcado ni se le parece, y estamos en el derecho de no sentirnos felices. Soportamos situaciones biológicas y sociológicas impuestas por la educación y lo socialmente establecido que marcan toda la vida. Con los dibujos de Raquel Riba todo esto podemos verlo de un golpe, un golpe feminista y visualmente impactante.

Pero todo no va a ser negativo, el libro termina con una carta de la autora a su madre muy personal y emocionante. La madurez pone las cosas en su sitio, la catana puede y debe cortar en seco el cordón umbilical, pero nunca podrá con el amor incondicional que siempre nos mantendrá unidas, y a poder ser, no revueltas.