Pensad por un momento, ¿cuántas cosas nos atreveríamos a hacer si nadie nos pudiese ver? ¿y cuántas de ellas serían buenas? Seguro que se os pasa alguna que otra historia pendiente por la cabeza a la que pondríais solución de un plumazo invisible. Dónde estaría en este caso la línea que diferencia el avance científico prodigioso de la falta de ética y moralidad. No sé vosotros, pero la literatura de H.G.Wells da para imaginar y mucho, así que para reflexionar, ni os cuento.

De todos es conocido este clásico de la literatura de ciencia ficción. Junto con La máquina del tiempo y La guerra de los mundos, Wells se proclamó a finales del siglo XIX como el padre del género. Es innegable que sus obras cuestionan los avances tecnológicos y critica el desbordamiento de la ciencia, de ahí que reflexionemos ante esta puesta en escena extrema y fantástica, pero… ¿y si fuese posible? Por lo pronto, lo que ha sido posible es que El hombre invisible luzca más aterrador al tiempo que atractivo, todo ello gracias a la maravillosa edición de Libros del zorro rojo y los sublimes dibujos de Luis Scafatti. En esta nueva edición ilustrada podréis adentraros mejor que nunca en la lúgubre atmósfera que Wells crea en cada uno de sus capítulos. Por supuesto no esperéis color, el libro no lo acepta, pero sí trazos tan imposibles como la propia historia. Son dibujos dignos de enmarcar que hacen justicia a la intensas letras de Wells. Para los pocos que no sepáis de qué va El hombre invisible os cuento un poco para que os falte tiempo en ir corriendo a descubrirlo:

En un pequeñísimo pueblo inglés, durante una copiosa nevada nocturna, aparece un extraño hombre enfundado en bufandas, sombrero y gafas oscuras en la puerta de una posada prácticamente desértica. Pronto su dueña se pone de acuerdo en darle hospedaje alegrándose de su buena suerte, ya que alguien haya entrado en el local durante esa época es toda una fortuna. Es un tipo extraño como pocas ganas de hacer amigos, come con voracidad y quiere estar solo hasta que le hagan entrega de su equipaje, compuestos de tubos de ensayo y diverso aparataje científico. Su objetivo es mantenerse encerrado trabajando en un experimento secreto, pero los pueblerinos no mantendrán la calma durante mucho tiempo ante tan extraño personaje y sus comportamientos. Parece que el aparente accidente que ha sufrido no es tal, y las pesquisas insistentes de los vecinos darán con el secreto del huesped, quien tendrá que buscar asilo y así resolveremos (también los lectores) el porqué de su estado, cómo llegó a él y cuál ha sido el fascinante camino recorrido cuando no podía ser observado. El final os lo reservo para que también se os pongan los vellos de punta.

Lo que destila esta magnífica obra de 1897 son los límites. Cómo cambia la percepción de la propia conducta y de la moral con el uso de un arma que pueda beneficiar sólo a uno mismo, cuando tenemos el poder de crearla y utilizarla sin que nada ni nadie nos frene. Qué es justo o qué es ético, cuánto puede cambiar la ciencia el buen uso de la razón. Un ambiente oscuro y temerario al que las ilustraciones de Scafati le hace un gran favor.

La impunidad del que piensa que no es visto ya deja en la sociedad actual una estela de trastorno y decadencia, imagínense que no pudiesen ser vistos de manera literal… qué miedo.

Por todo esto y más no os perdáis el clásico de Wells, El hombre invisible. Y sobre todo, hacedlo con esta nueva edición ilustrada que la guardaréis entre vuestros más valiosos tesoros.