Podría decirse que el universo literario es casi infinito. Anualmente, se publican cientos y cientos de miles de libros en todo el mundo. Y aunque solamente llegan unos pocos al gran público, es imposible no sentir que muchas de esas novedades no tienen, valga la redundancia, nada de nuevo. Entre una cantidad tan ingente de historias es imposible que muchas sinopsis que leemos no nos provoquen una cierta sensación de déjà vu.

Por eso, encontrar una novela cuyo punto de partida se salga de los lugares comunes siempre es una buena motivación para zambullirse en ella. Aunque tampoco es raro toparse con una buena idea y que ésta termine, por diferentes motivos, haciendo aguas o perdiendo interés.

Lena y Karl tiene una sinopsis maravillosa. Karl es una antigua estrella del rock alternativo que regenta un bar en Chicago. Un día, descubre que su armario se ha convertido en un agujero de gusano que le traslada a los conciertos que le hubiese gustado ver. Su amigo Wayne, un genio de la informática, diseña un programa para poder elegir la fecha y el lugar donde ir. De esta manera, organizan un lucrativo negocio clandestino de viajes en el tiempo para melómanos nostálgicos.

Wayne, consciente de las increíbles posibilidades del agujero de gusano, decide usarlo para intervenir en el curso de los acontecimientos e intenta viajar al Manhattan de 1980 para evitar el asesinato de John Lennon. Sin embargo, un error de Karl al manipular el programa envía a Wayne al año 980, al bosque donde aún vivían, en cierta armonía, los nativos americanos.

En un intento por traer a su amigo de vuelta, Karl busca desesperadamente la ayuda de algún físico teórico. A través de Internet encontrará a Lena, una profesora de física enamorada de la música y fan de su antiguo grupo. El amor surgirá rápidamente pero también los problemas. Ambos viven inmersos en sus propios prejuicios y no será tan fácil encontrar el modo de traer a Wayne de vuelta.

 

La ópera prima de Mo Daviau cuenta con un atractivo punto de partida del que resulta difícil escapar. Afortunadamente también tiene un desarrollo que le acompaña. Porque Lena y Karl es, ante todo, una novela divertida. Una historia que tiene gracia por sí misma y está conducida por personajes carismáticos que resultan simpáticos en su desastre. Protagonistas que tratan de llevar una vida normal y ordenada en el caos que impera en cualquier época y en el desasosiego de vivir una situación que la lógica nos dice que es imposible.

Fantásticos son Lena Geduldig y Karl Bender con su relación de amor- odio que nunca llega a concretarse y que solamente el tiempo, como era de esperar, terminará uniéndoles. Pero también son maravillosos los secundarios como Wayne quien pasará de sentir el horror de verse lanzado al siglo X a pensar que quizá es una época más deseable de lo que pensaba. Y Meredith, esa ex-novia que Karl parece determinado a no olvidar a pesar de los años y que el tiempo ha hecho que pase de ser una especie de anarquista que vive en casas okupas y se lía rápidamente a puñetazos con cualquiera a una mujer de clase media felizmente casada y satisfecha de cuidar de sus hijos. O el señor Gupta, el patético casero que vive obsesionado por su fortuna y presume de estar casado con una espectacular mujer florero cuando oculta una homosexualidad que descubre al viajar a uno de los primeros conciertos de Queen para conocer a su idolatrado Freddy Mercury. Y Glory la irreverente hija de Lena en el universo paralelo donde la protagonista llega a ser la persona que hubiese deseado ser en la desastrosa realidad donde conoció a Karl.

Mo Daviau ha construido una comedia donde la trama está brillantemente enlazada en los diferentes viajes temporales y las múltiples posibilidades que existen dentro de las vidas de sus protagonistas. Un hábil juego de tiempos que van saltando de un momento a otro cuya trama avanza ágilmente con varios puntos de giro donde todo lo que parecía embrollado termina embrollándose más aún. Quizás la última parte del libro, donde Lena vive la vida que debería haberle tocado por su talento y su esfuerzo, puede resultar un poco redundante pero la frescura de la narración hace que siga siendo muy agradable de leer.

Además, la novela plantea muchísimas cuestiones fascinantes. Desde cómo puede cambiar radicalmente una vida por un solo acontecimiento y si sería lícito usar una hipotética capacidad para modificar el pasado, hasta la necesidad egoísta de manipular una extraordinaria singularidad física en beneficio propio. Pero también explora los defectos de nuestra cultura en contraposición a la supuesta sencillez de estilos de vida más primitivos. Y cómo, a pesar de la nostalgia y el arrepentimiento por lo no hecho y lo no vivido, lo único que nos importa es el amor. En definitiva, que tenemos una naturaleza inmutable al pasar de las épocas.

Dentro de mi absoluta ignorancia en el campo de la física teórica tengo la sensación de que en Lena y Karl, esta comedia de ciencia- ficción, hay más ficción que ciencia. Pero la gran ventaja de la ficción es que, a diferencia de la realidad, puede permitirse toda esta clase de licencias. Y más aún cuando es para hacer una historia con la originalidad y la simpatía que rezuma esta novela.

De poder viajar al futuro quizá no encontraríamos rastro de Lena y Karl pero es muy gratificante encontrar libros así para leer ahora mismo.