Hacía mucho que no estaba tan ilusionada por escribir. Por puro placer, por pura emoción, por puro enamoramiento al libro que acabo de terminar. No tengo vocación de escritora, sólo de lectora, pero hay veces que el deseo de recomendar una lectura llega a dimensiones tan inabarcables que me lanzo por un impulso incontrolable a escribir la reseña que espero, sea fuente de deleite de otros lectores. La buena gente recomienda libros para disfrutar, la gente de bien recomienda libros que cambian la vida, como Rialto, 11 y yo quiero ser de esas.

Rialto, 11 es una esquina en una de las plazas más emblemáticas del centro de Sevilla. Justo ahí estuvo la pequeña librería de Belén Rubiano durante algunos años sobreviviendo a los estragos de este mercado que siempre está en el pelotón de fusilamiento, pero que en voluntad y amor no le gana nadie. Las páginas de este libro van desmenuzando la vida librera se su autora, cómo empezó a trabajar por cuenta ajena en otra librería de Sevilla con los handicaps propios de su sexo para el negocio en aquella época, y la prioridad de la venta por encima de la literatura. Después viene su pequeña librería y todas las personas y momentos que formaron parte de ella hasta que llegó el momento de despedirse. Lo bueno no es que pase más rápido, es que cuando se disfruta, se es feliz, el tiempo no existe. Igual que leyendo el libro de Belén.

Me encanta que una editorial como Libros del Asteroide, tan delicada, con tan buen criterio estético y de contenido haya contado con esta historia entre sus títulos. Una vez leída entiendo que no pudieron resistirse a publicar algo que para nuestro mundo amado será un imprescindible en poco tiempo.

Belén Rubiano ha hecho algo que muy pocos consiguen, escribir un aspecto importantísimo de su vida pasada consiguiendo que estemos allí, en un espacio-tiempo anterior y que formemos parte de esos azulejos y estanterías, disfrutándolo y padeciéndolo. Es una emoción continua cada página de este libro dedicado a su añorada librería que problablemente, sólo los que amamos la lectura como si de un ser superior se tratase, podamos sentirla de manera instantánea y automática. Como si un brebaje mágico entrara en nuestras venas y nos hiciera sentir lo mismo que la autora. Convirtiendo Rialto, 11 en un vínculo, una alianza entre nosotros y ella que durará para siempre. Hay amor, ironía, sentido del humor, una excelente calidad literaria y por si era poco, Sevilla. He visto a Belén, recuerdo perfectamente el día que me recomendó Las hermanas Bunner de Edith Wharton y me lo apuntó en una preciosa postal que aún conservo, pero ahora siento que la conozco. Y al igual que tengo la necesidad de gritaros que tenéis que leer estas memorias de una pequeña librería sevillana, también tengo el incontrolable impulso de ir a buscarla, decirle que lo que ha escrito es para mí una joya de incalculable valor y que si hay una certeza en mi vida es que alguna vez seré librera, tendré una bonita y pequeña librería donde agotar mis energías y ser feliz y que habrá una pizarra en la puerta cada mañana con versos, párrafos o dibujos que se me antojen para todo el que quiera mirarla, y que la misma certeza tengo que el primer día que la abra el texto ya está elegido y que será uno sacado de su libro:

«Se anhela lo que nunca se ha tenido y se añora lo que se tuvo y se perdió. Hay tanta buena suerte en todos los rincones del verbo añorar que si la juventud no está para arruinarte por pagar su uso, no sé para qué otra cosa puede valer. De verdad que no.»